María Díez, profesora del Colegio Jesuitinas, fue seleccionada para representar al Colegio en el III Encuentro Internacional de Laicos de la familia de la Madre Cándida, que este año tuvo lugar en Filipinas.
Una vez finalizado el encuentro llegan los relatos y ecos vividos en la dicha experiencia:
Ecos del viaje a Filipinas
La congregación de las Hijas de Jesús hace un gran esfuerzo a todos los niveles cada seis años. Un año antes de celebrar su Congregación General, las hermanas convocan a todos sus colaboradores laicos a una reflexión conjunta, de manera que los frutos de la misma sirvan de susurro para el conocimiento del vibrar de los laicos que junto a las jesuitinas viven, trabajan y experimentan a Dios diariamente.
En febrero de este año 2018, 175 personas (laicas y consagradas), todas ellas miembros de la Familia Madre Cándida, se reunieron en Manila, Filipinas, para celebrar este Tercer Encuentro de Laicos de las Hijas de Jesús.
La organización, formada por compañeros laicos de colegios filipinos, hizo una labor maravillosa para alojar a todos los asistentes, programar cada mínimo detalle del encuentro, cuidar a cada uno de los asistentes, compartir los fundamentos de su cultura, sus preocupaciones y orgullos, su historia; y proporcionar espacios para que otras culturas y modos se pudieran dar a conocer. El resultado un Encuentro con mayúsculas que no solo ha enriquecido a cada uno de los participantes, sino que los ha llenado de Dios, de alegría y de cariño.
El desarrollo del encuentro ha sido muy dinámico. En él, el peso principal lo han tenido ponencias y testimonios que se han dado en torno al lema del evento: “Misión Compartida”. Todos ellos han sido formación y modelos de una vida llena de sentido como fue la de Santa Cándida María de Jesús, de un carisma concreto como fue el suyo y de una gran experiencia de vida fundamentada y sostenida por Dios.
El encuentro no tenía un único fin formativo, que también, sino posibilitar el encuentro entre personas que, sintiéndose cuerpo activo en la misión de la congregación de las Hijas de Jesús, desempeñan labores a muy distintos niveles y en contextos de gran diversidad (colegios, parroquias, pisos de acogida…). Para ello, los anfitriones prepararon dos días con salidas. El primero de ellos organizaron un tour por la zona antigua de la capital (catedral, museos, tiendas de souvernirs…) y el segundo día fue un contacto directo con la sociedad filipina. La jornada comenzó con la visita a centros que sostenían situaciones sociales difíciles (casas de niños abandonados, personas discapacitadas y paupérrimas, niñas y mujeres víctimas de agresiones sexuales…) y en la tarde se visitó el colegio que las Hijas de Jesús tienen en una zona privilegiada. A este colegio asiste parte de la élite de Manila, pero es muy bueno descubrir el trabajo de concienciación, humildad, generosidad… que hay por hacer a este nivel.
Desde luego, un lugar como Filipinas supone una experiencia de choque a nivel personal. Los contrastes socio-económicos, la arquitectura, la falta de higiene en muchísimos espacios frente a la higiene extrema en algunos de sus hábitos cotidianos… No cabe duda de que nadie ha quedado indiferente.
Y si a primera vista lo primero que parece llamar la atención son las diferencias que se daban entre unos colaboradores y otros, resulta inimaginable el gran vínculo que se ha podido crear en 7 días que ha durado el encuentro. Desde el momento en que la persona se sabe en familia, entre compañeros que hablan, escuchan y acogen desde Dios; la cercanía y la confianza son infinitas. Llegado a ese punto resulta indiferente de dónde seas. Dicho esto, solo queda felicitar al país filipino y dar gracias a Dios, porque si el objetivo principal era que la Familia Madre Cándida se sintiese cuerpo en misión, el poso que ha quedado en todos los asistentes demuestra que el fin ha sido logrado con creces
(Texto de María Díez)