Querido Aitor,
Hoy nos hemos despertado con la noticia de tu fallecimiento, has sido una de las víctimas de una enfermedad que, la última vez que nos vimos hace ahora un año, no podíamos ni imaginar que nos venía encima.
Tengo que decirte que me siento afortunado de haberte conocido y haber podido disfrutar de varias charlas sobre ese tema que tanto te apasionaba: la educación. Desde tu servicio a la comunidad educativa navarra que con tanto entusiasmo desempeñaste en el Consejo Escolar de Navarra, impulsaste la reflexión sobre la innovación en educación y ayudaste a que se se hiciera visible más allá de las paredes de cada escuela.
Esta tarea te hizo conocer nuestro colegio y creo que no falseo la realidad si digo que también te hizo comprender y apreciar nuestra manera de afrontar la tarea educativa. Nos visitaste repetidas veces, nos diste a conocer y pusiste en valor nuestro proyecto. Si recuerdas bien, la última vez que nos vimos fue con motivo de una visita que organizaste a nuestro colegio para que un grupo de arquitectos compartiera sus reflexiones con nosotros sobre los espacios al servicio de la educación; fue una bonita mañana en la que todos aprendimos mucho. No cabía ningún tipo de duda, estabas disfrutando de tu ajetreada jubilación. Recuerdo que unos meses antes me dijiste, cuando íbamos a entrar en una reunión que teníamos en la UPNA, que te jubilabas y que tenías muchos proyectos por delante para esta nueva etapa, se te veía muy ilusionado.
Una inesperada pandemia ha truncado todos estos proyectos. Todos los que compartimos la pasión por la educación te vamos a echar de menos; este curso será la primera vez desde que soy director que no nos tomamos un café en mi despacho, mientras te interesas por nuestros planes y nos invitas a compartirlos con otros educadores. Insistías mucho en eso, que los colegios no nos quedáramos nuestro buen hacer para nosotros, que los compartiéramos e intentáramos tejer redes con los demás educadores.
Gracias Aitor, nos despedimos de ti con cariño y agradecidos por haberte conocido.
Descansa en paz, Goian bego
